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El descubrimiento de la variante ómicron ha llevado a cancelar vuelos con diversos países africanos, mientras numerosos países empiezan a detectar casos entre viajeros procedentes de países como Sudáfrica, pero también Nigeria y Egipto. España acaba de anunciar el primer caso detectado de ómicron, que corresponde a un viajero que había visitado Sudáfrica. ¿Qué medidas habría que tomar para frenar la expansión de esta variante? ¿Es siquiera posible?
El descubrimiento de la variante ómicron ha llevado a cancelar vuelos con diversos países africanos, mientras numerosos países empiezan a detectar casos entre viajeros procedentes de países como Sudáfrica, pero también Nigeria y Egipto. España acaba de anunciar el primer caso detectado de ómicron, que corresponde a un viajero que había visitado Sudáfrica. ¿Qué medidas habría que tomar para frenar la expansión de esta variante? ¿Es siquiera posible?
La variante ómicron ya se encontraba en países cercanos, incluido nuestro vecino Portugal, y por ello no es descartable que también ya pueda estar circulando por España.
En todo caso, hasta este momento no existe una clara certeza consolidada acerca de su grado de transmisibilidad ni gravedad, existen algunas informaciones contradictorias.
La mejor medida para detener a esta variante, y cualquier otra que pudiera surgir más adelante, es seguir avanzando en la vacunación mundial, porque esto es una PANdemia.
La cancelación de viajes, habida cuenta de que la variante ya circula por países a los que no se han puesto esas mismas restricciones, solo podrá servir para quizás detener en alguna medida su velocidad de introducción, pero no tanto impedirla.
La mejor forma de controlar la transmisión de ómicron, con la información que tenemos, es controlando la transmisión comunitaria de COVID-19 dentro de los países.
No sabemos hasta qué punto ómicron ya está extendida por países de nuestro entorno (ya se han confirmado el primer caso en España) ni sabemos cuáles son sus características de transmisibilidad. Por lo tanto, la prohibición de vuelos es probable que tenga una efectividad muy limitada de cara a no permitir que entre ómicron.
El ECDC publicó unas modelizaciones donde analizaba que la limitación de vuelos podría retrasar el impacto de la nueva variante por dos semanas, pero no evitarlo. Por tanto, ahora mismo, de cara a controlar ómicron podemos establecer cuatro prioridades: (1) Estudiar las características de ómicron (transmisibilidad, letalidad, potencial escape inmunitario) lo que nos llevará tres o cuatro semanas; (2) Secuenciar para conocer la extensión; (3) reducir la transmisión comunitaria de COVID-19, sea o no por ómicron; (4) extender la vacunación global para disminuir transmisión en otros territorios.
Realmente es muy difícil detener el avance de nuevas variantes y su introducción en nuestro territorio. Ya hemos visto, en más de una ocasión, cómo no transcurre excesivo tiempo entre que se detecta una variante en algún lugar del mundo y en nuestro territorio. La movilidad de la población sigue siendo hoy en día, y pese a la pandemia, muy elevada, y circula por muy diferentes vías.
Impedir o cancelar los vuelos directos con un determinado país, salvo que se haga de forma unánime y uniforme por el resto de países, y todos en el mismo momento temporal, no parece ser la solución. Y ni siquiera cumpliendo esta condición se está asegurando la efectivad de esta medida.
La mejor opción es, seguramente, mantener y reforzar la vigilancia de la aparición de la variante y de su distribución. De esta manera se contribuye a incrementar su conocimiento, lo que nos debe permitir saber el alcance real de esta nueva variante no solo en cuanto a transmisibilidad, sino también en lo que se refiere a gravedad y a su escape vacunal real. Así podremos actuar con las medidas más apropiadas y con las que sean realmente necesarias.
Desde luego, la aparición de esta variante en el continente africano, en el que es tan baja la cobertura vacunal, no hace otra cosa que reforzar el argumento de que es necesario colaborar, de una manera más decidida, en que se incremente la vacunación en todos los países. Para ello no solo es necesario dotarlos de más cantidad de dosis, sino también de los medios (logísticos, humanos y económicos) para que puedan administrarlas.