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En los últimos días han empezado a llegar datos, prepublicaciones, notas de prensa e incluso gráficas a través de redes sociales que muestran cómo se comportan los anticuerpos neutralizantes frente a la variante ómicron. Estos estudios son preliminares y habrá que esperar antes de saber cómo se traducen estos datos de laboratorio en el mundo real.
En los últimos días han empezado a llegar datos, prepublicaciones, notas de prensa e incluso gráficas a través de redes sociales que muestran cómo se comportan los anticuerpos neutralizantes frente a la variante ómicron. Estos estudios son preliminares y habrá que esperar antes de saber cómo se traducen estos datos de laboratorio en el mundo real.
Los datos preliminares publicados hasta la fecha sugieren un impacto antigénico mayor de la variante ómicron en comparación con otras variantes de preocupación que se han ido seleccionando como consecuencia de la evolución del virus (beta, delta).
Existe cierta discrepancia, hasta cierto punto entendible, en cuanto a la magnitud de este impacto antigénico.
Puede deberse a las diferentes pautas de vacunación ensayadas, pero también a la metodología empleada en los distintos estudios. Se han utilizado tanto aislados naturales como sistemas de pseudovirus que, si bien hasta la fecha en estudios previos han arrojado tendencias similares, no siempre reflejan el mismo grado de neutralización.
Además, las neutralizaciones se realizan en distintas líneas celulares, algunas de ellas expresamente modificadas para aumentar su susceptibilidad a la infección por el SARS-CoV-2. Estas líneas celulares generalmente sobreexpresan el receptor celular ACE2 y eso puede provocar un sesgo sobre el grado de neutralización apreciable entre variantes cuyas regiones de unión al receptor (RBD) muestran propiedades muy dispares.
Por el elevado número de mutaciones detectado en el RBD de ómicron es esperable que sus propiedades de unión ACE2 se vean sustancialmente modificadas en comparación con otras variantes.
Es importante resaltar que estos estudios tan solo hacen referencia al impacto de ómicron sobre la respuesta de anticuerpos inducida tras la infección o vacunación. Según el análisis de la secuencia de ómicron, la respuesta de las células T no debería verse tan seriamente comprometida. Por tanto, es esperable que las vacunas administradas mantengan un nivel de eficacia importante para evitar las infecciones graves, no tanto en reducir el nivel de contagios y reinfecciones.
En los últimos días se han publicado una serie de trabajos que intentan medir cuan eficaces son las vacunas de la covid-19 frente a la variante ómicron. El número de estos trabajos es muy limitado y, sobre todo, es muy limitado el número de pacientes estudiados. Eso se puede considerar su primer punto débil.
Lo que se puede medir en estos momentos es la capacidad que presentan los anticuerpos generados por las vacunas, por la dosis de recuerdo suministrada a individuos que fueron infectados y por la tercera dosis a personas vulnerables. A priori, cada una de las mutaciones en la proteína de la espícula tiene una posible acción que repercute en la capacidad de infección, y no solamente en la unión de los anticuerpos neutralizantes. El proceso es mucho más complicado porque hay que tener en cuenta todo el conjunto de esas mutaciones y sus posibles interacciones, hasta ahora desconocidas.
Los estudios que están apareciendo en estos momentos miden si el título de los anticuerpos disminuye o no frente a la nueva variante, pero no se puede evaluar la efectividad de la vacuna solo con este dato. El sistema para medir estas variaciones de los títulos de anticuerpos no es lineal. Que existan diferencias de 40, por ejemplo, no significa que exista una reducción de 40 veces menos con respecto a otras variantes.
Finalmente, el uso de diferentes tecnologías puede variar los resultados. No es igual el valor de los títulos de anticuerpos neutralizantes generados frente al virus ómicron infeccioso que aquellos generados frente a un pseudovirus.
No podemos valorar de la misma manera los valores mostrados en los diferentes artículos que están apareciendo porque los números pueden significar conceptos, actividad biológica, escape viral, etc. muy diferentes. Obviamente tampoco se puede evaluar la efectividad de las vacunas y sacar conclusiones de lo bien, o lo mal, que funcionarán en condiciones reales.
Son los primeros datos que acaban de salir, sin estar revisados por pares, pero publicados. No es el caso con la nota de Pfizer, de la que solo he visto una figura apuntando a la necesidad de tercera dosis para combatir a la variante ómicron.
Todos los datos apuntan hacia una menor capacidad neutralizante de los anticuerpos generados tanto por la infección por la variante ancestral de Wuhan como por los diferentes tipos de vacunas testados. No se prueban todas las situaciones en todos los trabajos en paralelo, pero todos ellos muestran una menor capacidad neutralizante frente a ómicron del 5 al 40% según los casos.
Esto supondría una mayor infectividad de la variante incluso en vacunados y en infectados previamente. Incluso en los infectados vacunados (inmunidad híbrida), la protección también cae algo, aunque menos que en solo vacunados o solo infectados.
La respuesta definitiva vendrá de la comparación de la evolución de la infección en vacunados y no vacunados. Como la respuesta de las células T estará como mínimo parcialmente conservada, creo que ya sabemos que las vacunas mantienen respuestas contra la variante y seguramente serán suficiente para mantener su objetivo de evitar cuadros graves y reducir de manera relevante la hospitalización.
Cabe esperar que la variante ómicron tendrá un espectro de protección similar a las otras variantes, puesto que esta protección no es tanto cuantitativa (puede ocurrir que sea menor en número de linfocitos) sino cualitativa (efecto o no efecto) explicable por la memoria inmunológica que existirá.
Los ensayos in vitro que están en marcha lo único que tratan de comprobar es la pérdida de capacidad neutralizante de los anticuerpos generados por la vacuna debido a las mutaciones en los epítopos neutralizantes de la espícula del virus, pero la pérdida de capacidad neutralizante (parcial, muy difícil que sea total) no indica que la vacuna haya perdido efectividad, porque la inmunidad celular generada es mucho más amplia y cubre muchos más epítopos de la proteína, por lo que la memoria celular seguirá conservada frente a la variante ómicron con casi total seguridad.
Lo único que se observará probablemente es mayor capacidad de contagio (transmisibilidad) al no ser capaz nuestro sistema inmune en neutralizar al virus tan rápidamente en la mucosa respiratoria tras la vacuna. Pero este dato no tiene por qué ser alarmante siempre y cuando no haya pérdida de efectividad en el primer objetivo de la vacunación que es evitar la enfermedad grave. La pérdida parcial de capacidad neutralizante de los anticuerpos generados por la vacuna, por sí solo, no creo que sea motivo para reformular la vacuna original dado el tiempo y el coste necesario. Es mucho más importante vacunar a los no vacunados.
Los resultados de inmunidad celular in vitro tardarán algunas semanas más porque son mucho más complejos de realizar. De todos modos, siempre hay que esperar a los datos de comportamiento en el mundo real, vigilar la evolución de la nueva variante, el curso de enfermedad en vacunados y no vacunados y estar muy atentos a posibles fallos vacunales en individuos con pauta completa e inmunocompetentes.
Es de esperar una pérdida parcial de capacidad neutralizante de los anticuerpos generados por la vacuna, pero una inmunidad celular conservada frente a la gran mayoría de epítopos de la proteína de la espícula. Esto implicará una mayor capacidad de contagio o incluso reinfecciones, que serían leves y no implicaría pérdida de la efectividad vacunal.
De momento es poco probable que estemos ante un escenario en el que ómicron sea una verdadera variante de escape que obligue a reformular la vacuna inicial y revacunar a toda la población, algo que llevaría bastante tiempo.