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La efectividad de las vacunas ya ha cambiado la cara (y la cruz) de la pandemia

La efectividad de las vacunas ya ha cambiado la cara (y la cruz) de la pandemia

This article was published on
July 28, 2021

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La vacunación ya ha salvado miles de vidas en España, y ha modificado el impacto de la covid-19 sobre la población. Incluso con una alta incidencia de contagios, el número de hospitalizaciones y muertes es mucho menor. No obstante mientras no se vacune a los más jóvenes serán necesarias las restricciones sociales. La pandemia aún no ha terminado.

La vacunación ya ha salvado miles de vidas en España, y ha modificado el impacto de la covid-19 sobre la población. Incluso con una alta incidencia de contagios, el número de hospitalizaciones y muertes es mucho menor. No obstante mientras no se vacune a los más jóvenes serán necesarias las restricciones sociales. La pandemia aún no ha terminado.

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Por Salvador Peiró (@VoroPeiro), investigador del Área de Investigación en Servicios de Salud y Farmacoepidemiología. Fundación para el fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana(FISABIO), Valencia.

La vacunación, aún sin alcanzar el 70% de la población inmunizada, ya ha cambiado el curso de la pandemia en España. La última vez que tuvimos una incidencia de casos de la covid-19 tan alta como la del mes de julio (en torno a 25.000 casos/día, con una incidencia acumulada cercana a los 700 casos nuevos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días)fue a principios de febrero de este año.

Por entonces habíamos iniciado el descenso de la tercera ola: había 2.000 personas hospitalizadas, 200 ingresaban cada día en la UCI y más de 500 fallecían diariamente.

Ahora las hospitalizaciones rondan las 400 diarias, cinco veces menos que en febrero de este año; los ingresos diarios en la UCI no alcanzan la treintena, siete veces menos que en febrero; y la mortalidad diaria se sitúa entorno a la docena de personas. Doce más de las que nos gustaría, pero cuarenta veces menos que en febrero. 

La diferencia entre un momento y otro son las vacunas y una estrategia de vacunación que, aunque a veces controvertida, ha priorizado a los más vulnerables: los más mayores y algunos grupos específicos de personas. Aunque el porcentaje de españoles con la pauta completa se sitúe entorno al 54 % de la población, en mayores de 40 años representan el 85 % y en mayores de 70, la práctica totalidad. 

Todas las comunidades autónomas han hecho un esfuerzo sin precedentes de administración vacunal. Las comunidades han administrado, en promedio, más del 95 % de las dosis recibidas y España ha superado a Estados Unidos y Reino Unido (países con mayor y más temprano acceso a las vacunas) en porcentaje de población con pauta completa de vacunación. Además, el país muestra una velocidad de vacunación mayor que el promedio de la Unión Europea, pese al acceso similar a las vacunas.

Como era previsible, la vacunación ya ha cambiado la cara (y la cruz) de la pandemia mucho antes de alcanzar la cifra mágica del 70 % de la población con pauta completa; ya ha salvado miles de vidas en nuestro país. Pero, como también era previsible, y lo será incluso tras alcanzar el 70 % de vacunados, la pandemia aún no ha terminado.

El ‘puzzle’ actual: vacunas, no vacunados, elevada transmisión, variante Delta

 La pandemia no solo continúa, sino que crece. La proporción de casos graves es menor, mucho menor. Las poblaciones de más riesgo están vacunadas y los no vacunados, por su edad, tienen un menor riesgo de desarrollar las formas más graves de la covid-19. Pero son muchos. Y aunque ahora tengamos un goteo de casos graves en vez de un torrente, muchas goteras mantenidas en el tiempo también llenan –y desbordan– los pozales. Esta situación obliga a considerar los siguientes aspectos. 

La pauta completa de vacunación sigue siendo extraordinariamente efectiva frente a la covid-19 sintomático, la hospitalización y la muerte con todas las variantes del virus, incluyendo delta. Aunque quizás –apuntan desde Israel– no reduzca tanto la transmisión. En cambio, las pautas incompletas de vacunación ofrecen una menor protección frente a la enfermedad sintomática por la variante delta, aunque mantienen su efectividad frente al riesgo de hospitalización. 

Por otro lado, esta inmunidad parece ser muy duradera, incluso en personas frágiles, y las reinfecciones y los casos sintomáticos tras la vacunación parecen ser muy poco frecuentes.

Las vacunas de Pfizer/BioNTech, Moderna y Oxford/AstraZeneca tienen claras evidencias, de laboratorio y clínicas, que demuestran su efectividad frente a la variante delta. La vacuna monodosis de Janssen dispone de menos información: solo de laboratorio y controvertida.

Su escaso uso en los países que más evidencias con datos de la vida real están aportando, como Reino Unido, Israel y Estados Unidos, limita nuestra información y posibles estrategias, como si serán necesarias dosis de refuerzo. Es importante obtener esta información en los países en los que hemos empleado esta vacuna. 

"Hay que vacunar. Vacunarse. Y ganar tiempo para que la vacunación sea efectiva"

La combinación de estos datos refuerza la necesidad de recurrir a medidas de restricción de contactos, mientras se vacuna a los grupos de población más jóvenes: necesitarán entre cinco y seis semanas desde la administración de la vacuna para alcanzar una inmunidad óptima

El motivo es que la alta transmisibilidad de la variante Delta también afecta a la transmisión del virus entre los vacunados. A pesar de que en su mayoría no desarrollarán cuadros graves, pueden transmitir la infección. Y eso implica diseñar cuidadosamente las restricciones a las que deben estar sujetos, por ejemplo, en caso de contacto estrecho.  

En este contexto, si los vacunados pueden transmitir el virus, la inmunidad de grupo no protege tan efectivamente a los no vacunados. Quien opte por no vacunarse presumiendo que los vacunados le protegerán, probablemente se infectará y podría desarrollar un cuadro grave. 

La situación actual de la pandemia en nuestro país recuerda esos finales de las películas de terror en los que, cuando crees que ya todo ha acabado, llega el último susto. Por más verano que sea, por pocos fallecidos que haya, aquí y ahora, hay que evitar la sensación de que todo ha acabado.

Vacunar. Vacunarse. Y ganar tiempo para que la vacunación sea efectiva. Y eso es, fundamentalmente, continuar manteniendo bajo mínimos el contacto con las personas no convivientes. 

Lo importante: que cuantos más lleguen mejor a la inmunidad por la vacunación, sin haberse inmunizado por la mucho más arriesgada vía salvaje.

Este artículo también está disponible en inglés.

Por Salvador Peiró (@VoroPeiro), investigador del Área de Investigación en Servicios de Salud y Farmacoepidemiología. Fundación para el fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana(FISABIO), Valencia.

La vacunación, aún sin alcanzar el 70% de la población inmunizada, ya ha cambiado el curso de la pandemia en España. La última vez que tuvimos una incidencia de casos de la covid-19 tan alta como la del mes de julio (en torno a 25.000 casos/día, con una incidencia acumulada cercana a los 700 casos nuevos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días)fue a principios de febrero de este año.

Por entonces habíamos iniciado el descenso de la tercera ola: había 2.000 personas hospitalizadas, 200 ingresaban cada día en la UCI y más de 500 fallecían diariamente.

Ahora las hospitalizaciones rondan las 400 diarias, cinco veces menos que en febrero de este año; los ingresos diarios en la UCI no alcanzan la treintena, siete veces menos que en febrero; y la mortalidad diaria se sitúa entorno a la docena de personas. Doce más de las que nos gustaría, pero cuarenta veces menos que en febrero. 

La diferencia entre un momento y otro son las vacunas y una estrategia de vacunación que, aunque a veces controvertida, ha priorizado a los más vulnerables: los más mayores y algunos grupos específicos de personas. Aunque el porcentaje de españoles con la pauta completa se sitúe entorno al 54 % de la población, en mayores de 40 años representan el 85 % y en mayores de 70, la práctica totalidad. 

Todas las comunidades autónomas han hecho un esfuerzo sin precedentes de administración vacunal. Las comunidades han administrado, en promedio, más del 95 % de las dosis recibidas y España ha superado a Estados Unidos y Reino Unido (países con mayor y más temprano acceso a las vacunas) en porcentaje de población con pauta completa de vacunación. Además, el país muestra una velocidad de vacunación mayor que el promedio de la Unión Europea, pese al acceso similar a las vacunas.

Como era previsible, la vacunación ya ha cambiado la cara (y la cruz) de la pandemia mucho antes de alcanzar la cifra mágica del 70 % de la población con pauta completa; ya ha salvado miles de vidas en nuestro país. Pero, como también era previsible, y lo será incluso tras alcanzar el 70 % de vacunados, la pandemia aún no ha terminado.

El ‘puzzle’ actual: vacunas, no vacunados, elevada transmisión, variante Delta

 La pandemia no solo continúa, sino que crece. La proporción de casos graves es menor, mucho menor. Las poblaciones de más riesgo están vacunadas y los no vacunados, por su edad, tienen un menor riesgo de desarrollar las formas más graves de la covid-19. Pero son muchos. Y aunque ahora tengamos un goteo de casos graves en vez de un torrente, muchas goteras mantenidas en el tiempo también llenan –y desbordan– los pozales. Esta situación obliga a considerar los siguientes aspectos. 

La pauta completa de vacunación sigue siendo extraordinariamente efectiva frente a la covid-19 sintomático, la hospitalización y la muerte con todas las variantes del virus, incluyendo delta. Aunque quizás –apuntan desde Israel– no reduzca tanto la transmisión. En cambio, las pautas incompletas de vacunación ofrecen una menor protección frente a la enfermedad sintomática por la variante delta, aunque mantienen su efectividad frente al riesgo de hospitalización. 

Por otro lado, esta inmunidad parece ser muy duradera, incluso en personas frágiles, y las reinfecciones y los casos sintomáticos tras la vacunación parecen ser muy poco frecuentes.

Las vacunas de Pfizer/BioNTech, Moderna y Oxford/AstraZeneca tienen claras evidencias, de laboratorio y clínicas, que demuestran su efectividad frente a la variante delta. La vacuna monodosis de Janssen dispone de menos información: solo de laboratorio y controvertida.

Su escaso uso en los países que más evidencias con datos de la vida real están aportando, como Reino Unido, Israel y Estados Unidos, limita nuestra información y posibles estrategias, como si serán necesarias dosis de refuerzo. Es importante obtener esta información en los países en los que hemos empleado esta vacuna. 

"Hay que vacunar. Vacunarse. Y ganar tiempo para que la vacunación sea efectiva"

La combinación de estos datos refuerza la necesidad de recurrir a medidas de restricción de contactos, mientras se vacuna a los grupos de población más jóvenes: necesitarán entre cinco y seis semanas desde la administración de la vacuna para alcanzar una inmunidad óptima

El motivo es que la alta transmisibilidad de la variante Delta también afecta a la transmisión del virus entre los vacunados. A pesar de que en su mayoría no desarrollarán cuadros graves, pueden transmitir la infección. Y eso implica diseñar cuidadosamente las restricciones a las que deben estar sujetos, por ejemplo, en caso de contacto estrecho.  

En este contexto, si los vacunados pueden transmitir el virus, la inmunidad de grupo no protege tan efectivamente a los no vacunados. Quien opte por no vacunarse presumiendo que los vacunados le protegerán, probablemente se infectará y podría desarrollar un cuadro grave. 

La situación actual de la pandemia en nuestro país recuerda esos finales de las películas de terror en los que, cuando crees que ya todo ha acabado, llega el último susto. Por más verano que sea, por pocos fallecidos que haya, aquí y ahora, hay que evitar la sensación de que todo ha acabado.

Vacunar. Vacunarse. Y ganar tiempo para que la vacunación sea efectiva. Y eso es, fundamentalmente, continuar manteniendo bajo mínimos el contacto con las personas no convivientes. 

Lo importante: que cuantos más lleguen mejor a la inmunidad por la vacunación, sin haberse inmunizado por la mucho más arriesgada vía salvaje.

Este artículo también está disponible en inglés.

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