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Los tapabocas y otros elementos del equipo de protección personal (EPP), como guantes, batas y pantallas faciales, ofrecen protección para impedir que el coronavirus entre en contacto físico con nosotros y se introduzca en el organismo. Por el contrario, las vacunas fortalecen el sistema inmunitario para combatir el virus en caso de que entre en el organismo. Si usamos protección externa e interna, tenemos más probabilidades de estar a salvo del impacto del coronavirus.
Los tapabocas y otros elementos del equipo de protección personal (EPP), como guantes, batas y pantallas faciales, ofrecen protección para impedir que el coronavirus entre en contacto físico con nosotros y se introduzca en el organismo. Por el contrario, las vacunas fortalecen el sistema inmunitario para combatir el virus en caso de que entre en el organismo. Si usamos protección externa e interna, tenemos más probabilidades de estar a salvo del impacto del coronavirus.
La OMS, los CDC de EE. UU. y los ministerios de Sanidad de todo el mundo recomiendan que la gente lleve tapabocas o cubiertas faciales cuando estén en espacios públicos. Los tapabocas y otros elementos del equipo de protección personal (EPP), como guantes, batas y pantallas faciales, protegen a las personas para impedir que entren en contacto directo con el virus de la COVID-19. El virus se propaga sobre todo a través de la nariz y la boca; si estas partes se cubren, se pueden reducir las probabilidades de propagar el virus de una persona a otra al toser, estornudar o por medio de partículas al hablar en voz alta.
Sin embargo, estas medidas no son suficientes para detener la transmisión. Este virus es microscópico y aún puede traspasar la protección física de los EPP e ingresar en el organismo. Por esa razón, las vacunas son necesarias. Las vacunas contra la COVID-19 preparan nuestro sistema inmunitario para que combata el virus y reducen enormemente las probabilidades de enfermarnos. Se está investigando la eficacia de las vacunas contra la COVID-19 para impedir la propagación del virus. Por este motivo, tenemos que seguir llevando tapabocas en lugares muy concurridos.
Los tapabocas y las vacunas son dos mecanismos de protección diferentes: es como tener un sistema de seguridad en el exterior de la casa y, a la vez, tener cajas fuertes en el interior para proteger los objetos de valor. Así pues, ambos son importantes para proteger nuestro organismo. Si nos vacunamos, llevamos tapabocas y mantenemos el distanciamiento social en lugares públicos, reducimos enormemente las probabilidades de que el virus se propague y cause daño. De este modo, interrumpimos los patrones de transmisión generalizados.
A medida que más y más personas se protegen contra el virus, es posible que este se quede sin medios para propagarse y, por ende, la pandemia puede llegar a su fin.
La OMS, los CDC de EE. UU. y los ministerios de Sanidad de todo el mundo recomiendan que la gente lleve tapabocas o cubiertas faciales cuando estén en espacios públicos. Los tapabocas y otros elementos del equipo de protección personal (EPP), como guantes, batas y pantallas faciales, protegen a las personas para impedir que entren en contacto directo con el virus de la COVID-19. El virus se propaga sobre todo a través de la nariz y la boca; si estas partes se cubren, se pueden reducir las probabilidades de propagar el virus de una persona a otra al toser, estornudar o por medio de partículas al hablar en voz alta.
Sin embargo, estas medidas no son suficientes para detener la transmisión. Este virus es microscópico y aún puede traspasar la protección física de los EPP e ingresar en el organismo. Por esa razón, las vacunas son necesarias. Las vacunas contra la COVID-19 preparan nuestro sistema inmunitario para que combata el virus y reducen enormemente las probabilidades de enfermarnos. Se está investigando la eficacia de las vacunas contra la COVID-19 para impedir la propagación del virus. Por este motivo, tenemos que seguir llevando tapabocas en lugares muy concurridos.
Los tapabocas y las vacunas son dos mecanismos de protección diferentes: es como tener un sistema de seguridad en el exterior de la casa y, a la vez, tener cajas fuertes en el interior para proteger los objetos de valor. Así pues, ambos son importantes para proteger nuestro organismo. Si nos vacunamos, llevamos tapabocas y mantenemos el distanciamiento social en lugares públicos, reducimos enormemente las probabilidades de que el virus se propague y cause daño. De este modo, interrumpimos los patrones de transmisión generalizados.
A medida que más y más personas se protegen contra el virus, es posible que este se quede sin medios para propagarse y, por ende, la pandemia puede llegar a su fin.
Al comienzo de la pandemia, se le pidió a la población que llevara tapabocas y cubiertas faciales para protegerse a sí mismos y a los demás de la propagación de la COVID-19. A medida que aumenta el número de personas que se vacunan, se cuestiona si los tapabocas o las vacunas son más eficaces para protegernos. La realidad es que son medios fundamentalmente diferentes de mantenernos seguros. Además, tienen finalidades diferentes. El tapabocas se usa para impedir la transmisión física del virus por completo, mientras que la vacuna se administra para preparar el organismo para impedir una enfermedad grave causada por la vacuna.
Al comienzo de la pandemia, se le pidió a la población que llevara tapabocas y cubiertas faciales para protegerse a sí mismos y a los demás de la propagación de la COVID-19. A medida que aumenta el número de personas que se vacunan, se cuestiona si los tapabocas o las vacunas son más eficaces para protegernos. La realidad es que son medios fundamentalmente diferentes de mantenernos seguros. Además, tienen finalidades diferentes. El tapabocas se usa para impedir la transmisión física del virus por completo, mientras que la vacuna se administra para preparar el organismo para impedir una enfermedad grave causada por la vacuna.